Hoy más que nunca somos testigos de un proceso evolutivo y de un proceso de adaptación desenfrenados. Dichos procesos tienen una sola causa que a la vez podría descomponerse o combinarse en otras miles: la tecnología.
Al igual que todo, la tecnología surgió gracias a mentes curiosas, creativas y ambiciosas, sin imaginar qué alcances llegaría a tener, ni cuanto podría durar. Sin embargo, al probarse útil e incluso necesaria, se buscó por todos los medios mantenerla, mejorarla e incluirla en nuestras vidas diarias. Gracias a eso, en la actualidad no dejamos de sorprendernos con lo que podemos lograr al presionar un botón o al deslizar las yemas de los dedos sobre un aparato.
No obstante es importante considerar que nada es color de rosa, y la tecnología no es la excepción. Su implementación ha venido a modificar absolutamente todas y cada una de las actividades que realiza el ser humano, pero ¿han sido esas modificaciones benéficas o perjudiciales? La respuesta depende de cada uno de nosotros.
La tecnología es un arma de dos filos. Bien aplicada, nos ahorra tiempo, distancia, y esfuerzo; mal aplicada, pude provocar malentendidos, distracciones, ideas erróneas, y graves conflictos. Quien sabe regular o mesurar su uso, puede obtener de ella un aprovechamiento óptimo, y puede distinguir las ventajas y desventajas de su utilización. Quien recurre a ella de manera irresponsable, se volverá torpe, dependiente e incluso antisocial.
Extrapolemos estos dos extremos al ámbito de la docencia. ¿A quién creen que corresponde el rol de regular el uso de la tecnología? ¿Quién es mas propenso a utilizarla de manera irresponsable? ¿Cuáles pueden ser las ventajas y cuáles las desventajas de su implementación en el aula?
Para poder responder a grandes rasgos esas preguntas, empecemos por mencionar lo que resulta más evidente. Tecnología puede ser sinónimo de: softwares, redes sociales, juegos computarizados, información ilimitada, música, videos, presentaciones, blogs, y muchas otras cosas. ¿Cuáles pueden ser una herramienta y cuáles una distracción?
En el salón de clases evidentemente corresponde al profesor gestionar no solo las herramientas utilizadas, sino también el conocimiento. Lo anterior quiere decir que, si bien el papel del profesor ya no es el de un gendarme que lo sabe todo y que tiene todas respuestas correctas a todas las preguntas posible; aun sigue siendo instruir a sus estudiantes. Debe instruirlos para tomar decisiones inteligentes sobre qué recursos utilizar y de qué manera, y cuáles debe descartar y por qué motivo. Esto ayudará a sus estudiantes a formarse su propio criterio y a sacar provecho de la tecnología en vez de desperdiciarla.
Estoy segura que como yo supieron de inmediato que los estudiantes son los más propensos a utilizar la tecnología de manera irresponsable, porque hasta hace poco se había percibido como un accesorio, un pasatiempo o un lujo antes que como una herramienta. Lo anterior únicamente provocaba que se distrajeran en vez de que le encontraran un uso fructífero. Gracias a la intervención de personas preparadas, esta situación comenzó a cambiar.
Pero aquí surge una nueva cuestión. ¿Quién puede presumirse realmente preparado para gestionar el uso de la tecnología en el salón de clases? Para los profesores cuya trayectoria comenzó mucho antes que la implementación de la tecnología como herramienta educativa, aprender a utilizarla resulta un reto. Un desafío aún mayor es tener que decirle cómo usarla a alguien que en realidad sabe usarla mejor que ellos.
Por esta razón, aceptar y percatarse de lo rápido que evoluciona la tecnología es vital. Lo que antes era novedoso, mañana puede ser anticuado. Si los profesores no están acostumbrados a eso, los estudiantes empiezan a perder interés en lo que puedan tener que decir, por muy bueno que esto sea.
Si bien no hemos alcanzado el punto en que las computadoras suplanten a un maestro o a un traductor, eso es lo que muchos electrónicos buscan, y seguirán investigando hasta lograrlo. Tenemos que estar preparados para cuando eso suceda, porque entonces habremos perdido todo control sobre la vida y la naturaleza humana, y quién puede decirnos si esto traerá consecuencias positivas o negativas....
La tecnología es un arma de dos filos. Bien aplicada, nos ahorra tiempo, distancia, y esfuerzo; mal aplicada, pude provocar malentendidos, distracciones, ideas erróneas, y graves conflictos. Quien sabe regular o mesurar su uso, puede obtener de ella un aprovechamiento óptimo, y puede distinguir las ventajas y desventajas de su utilización. Quien recurre a ella de manera irresponsable, se volverá torpe, dependiente e incluso antisocial.
Extrapolemos estos dos extremos al ámbito de la docencia. ¿A quién creen que corresponde el rol de regular el uso de la tecnología? ¿Quién es mas propenso a utilizarla de manera irresponsable? ¿Cuáles pueden ser las ventajas y cuáles las desventajas de su implementación en el aula?
Para poder responder a grandes rasgos esas preguntas, empecemos por mencionar lo que resulta más evidente. Tecnología puede ser sinónimo de: softwares, redes sociales, juegos computarizados, información ilimitada, música, videos, presentaciones, blogs, y muchas otras cosas. ¿Cuáles pueden ser una herramienta y cuáles una distracción?

Estoy segura que como yo supieron de inmediato que los estudiantes son los más propensos a utilizar la tecnología de manera irresponsable, porque hasta hace poco se había percibido como un accesorio, un pasatiempo o un lujo antes que como una herramienta. Lo anterior únicamente provocaba que se distrajeran en vez de que le encontraran un uso fructífero. Gracias a la intervención de personas preparadas, esta situación comenzó a cambiar.
Pero aquí surge una nueva cuestión. ¿Quién puede presumirse realmente preparado para gestionar el uso de la tecnología en el salón de clases? Para los profesores cuya trayectoria comenzó mucho antes que la implementación de la tecnología como herramienta educativa, aprender a utilizarla resulta un reto. Un desafío aún mayor es tener que decirle cómo usarla a alguien que en realidad sabe usarla mejor que ellos.
Si bien no hemos alcanzado el punto en que las computadoras suplanten a un maestro o a un traductor, eso es lo que muchos electrónicos buscan, y seguirán investigando hasta lograrlo. Tenemos que estar preparados para cuando eso suceda, porque entonces habremos perdido todo control sobre la vida y la naturaleza humana, y quién puede decirnos si esto traerá consecuencias positivas o negativas....
Hola Tania, tienes mucha razón, la tecnología da pasos agigantados y desafortunadamente llega un punto en el que tenemos que estar a la par con ella. Ya sea por una o por otra cosa, la tecnología se ha vuelto necesaria y casi indispensable en nuestras vidas, y hablando de trabajos como la traducción o la docencia no queda más que sacarle provecho de la mejor manera.
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